
A pesar de la frustración que puedas sentir, es importante que sepas que es normal que los niños a partir de un año de edad no quieran comer.
Esto se debe a las características propias de la etapa preescolar:
- Se reduce la velocidad de crecimiento, lo cual afecta negativamente su apetito.
- Tienen un mayor interés en jugar y descubrir el mundo a su alrededor, por lo que sentarse a comer no es relevante para ellos.
- El volumen de su estómago es muy pequeño, por lo que se sienten satisfechos rápidamente.
- Aceptan con dificultad los nuevos alimentos.
Por ello, es muy importante cuidar su alimentación. Algunos consejos que pueden ser de utilidad son:
- Introduce nuevos alimentos de manera gradual y uno cada vez, con intervalos de varios días para dar tiempo a tu hijo de asimilar los cambios. Ofréceles pequeñas raciones y no les obligues a terminarlo todo.
- Su dieta debe ser lo más variada y colorida posible con el fin de que le resulten atractivos los platillos.
- Si te pide un tentempié antes de la siguiente comida, ofrécele una fruta pequeña, galletas integrales, palomitas de maíz o un poco de agua.
- Respeta los horarios de las comidas y procura que sean una reunión familiar con todos sentados a la mesa.
- Si tu pequeño rechaza un alimento, prueba reintroducirlo más adelante con preparaciones diferentes. Por ejemplo, puedes presentarle las zanahorias crudas, cortadas en formas diferentes, o cocidas en puré.
- Si tu hijo no quiere comer, retira su plato y no le ofrezcas otra alternativa. Ya comerá cuando tenga apetito.
- Deja que te ayude a planear los menús familiares. Involucrarse en esta tarea puede ayudar a estimular su interés por la comida.
Si mantienes la calma, estimulas el gusto de tu hijo por los alimentos nutritivos, se los presentas de una manera rica y sabrosa, ya verás que muy pronto tus esfuerzos rendirán frutos y los momentos para compartir la comida se tornarán agradables y provechosos.
Referencia: Collins Jane. La salud del bebé y del niño. Ediciones Akal, 2004.